Entrevista a un Funcionario de Prisiones: P.F.M
Gracias a contactos, logré conseguir esta única y sorprendente entrevista.
Me pareció interesante saber como funcionaba todo dentro de una prisión, y he querido retrasmitirlo para todos vosotros.
La mayoría sabemos -y digo la mayoría, porque sabiendo esto, me parece increíble que la gente siga cometiendo tan perversos delitos-, que si transgredes las normas de la sociedad, vas a la cárcel. Es un hecho. Ahora, sabiendo esto, me pregunto: ¿por qué arriesgarse?
En esta entrevista, conoceremos un poco el funcionamiento dentro de una prisión, además de la experiencia personal y la vida diaria de un funcionario de prisiones.
NOTA: Debido al alto grado de amenaza en estos centros, nuestro colaborador ha decidido darnos sólo las siglas de su nombre; para que, en caso de que esta entrevista llegue a algunas familias o a cualquier otro organismo amenazante, no haya represalias contra su persona.
Nombre completo: P.F.M.
Fecha de nacimiento: 26/10/1993
Lugar de nacimiento: Valladolid
Lugar de trabajo actual: Canarias
Este funcionario de prisiones vallisoletano, nos cuenta que, tras sacarse la carrera en Valladolid, que es donde vivió toda su infancia; viajó hasta Canarias, dónde reside y trabaja actualmente. Y dónde es inmensamente feliz al poder vivir nuevas etapas de su vida en un lugar tan tropical e idílico. Su trabajo consiste en la gestión de penas y medidas alternativas, es decir: envían a los penados a cumplir trabajos en beneficio de la comunidad. Sentencia que les impuso antes un juez.
“Nosotros elaboramos la planificación de dicha sentencia y les ofrecemos una serie de entidades donde pueden cumplirla. Les entrevistamos, y llevamos un seguimiento desde el inicio hasta el final del cumplimiento, siendo nosotros los que avisamos al juzgado de la finalización o de cualquier incidencia que haya podido ocurrir”, nos explica él.
P.F.M se refiere a su trabajo como: completo, dinámico y, sobre todo; entretenido, si se realiza en oficinas.
Aunque lo de estar sentado en una oficina no es lo que más le gusta a él:
“Yo, personalmente, prefiero el trabajo de interior. Me hacen sentirme más realizado las labores de vigilancia y tratamiento con el interno, por lo que he concursado para volver a desempeñarlo, ya que no puedes cambiar de puesto así como así”
· Buenas tardes, P.F.M. ¿Qué tal estás? Dinos, ¿cómo te describes dentro y fuera de tu trabajo?
Hola, muy bien, gracias. Pues a mi parecer, soy alegre, optimista, positivo… No me gusta separar mi “yo” personal de mi “yo” profesional, por lo que procuro ser igual dentro y fuera de mi trabajo, tanto con mis compañeros como con los internos. Creo que es la mejor forma de ganarse el respeto de los demás. También soy una persona que no le gusta madrugar, así que dedicarme a lo que me gusta -sobre todo cuando trabajo en interior-, me ayuda mucho a levantarme contento todas las mañanas y con ganas de ir a trabajar. Pese a hacerlo en una prisión, que a primera impresión puede crear rechazo, puedo permitirme el lujo de decir que soy feliz haciendo lo que hago.
· ¡Es estupendo oírte hablar así de tu trabajo! ¿Cómo empezaste en esto de funcionario de prisiones? ¿Por qué éste y no otro trabajo?
Cuando acabé los estudios que estaba cursando, me puse a buscar trabajo de ello, pero no me salía nada debido a la poca oferta laboral que vivíamos, y que seguimos viviendo. Y me empecé a desesperar, porque tenía unas ganas locas de iniciarme en el mundo laboral. Más adelante, estuve trabajando en una agencia de viajes, en un hotel y de guía turístico, pero nada fijo. Me llegué a sacar un curso de carretillero, pero tampoco dio sus frutos. Era todo muy frustrante. Entonces, una noche, hablando con mi padre, empezamos a barajar otras opciones, y salió el tema de las oposiciones. Ese verano comencé a investigar que tipo de oposiciones había y, como la inmensa mayoría, me llamó la atención la de policía y la de guardia civil. Me había decantado ya por la segunda opción, cuando conocí de vacaciones en Málaga, al final del verano, a un amigo de mi padre que era funcionario de prisiones en Andalucía. Fue él quién me hizo pensar también en esa opción y quien me hizo darme cuenta de que tenía un par de ventajas más. Una de ellas: era menos conocida y por lo tanto se presentaría menos gente. Un punto muy grande a favor. Digamos que, gracias al amigo de mi padre, conseguí un trabajo que realmente me llena, así que le debo mucho.
· ¡Vaya! Parece que así es, sí. A tu corta edad, pasaste por varios trabajos. Entendemos que, desde que comenzaste a estudiar para opositar como funcionario de prisiones, empezaste a tener claro que querías dedicarte a ello de lleno.
Sí. Como dije antes, le debo mucho al amigo de mi padre, y a mi padre por presentármelo, claro. Me habló del horario, de lo que desempeñaba en su trabajo, de cómo se vivía todo ahí dentro… Y me convenció totalmente de que era la mejor opción a elegir. Y, hoy en día, puedo decir que no se equivocó.
· Se ve que sientes especial cariño por tu trabajo, aunque nosotros no sabemos mucho sobre él. Cuéntanos, ¿a qué puestos puedes acceder teniendo los estudios de funcionario de prisiones?
Hay muchos puestos diferentes. Dependiendo de la cárcel en la que estés, los puestos cambian. En mis prácticas, podía trabajar de vigilante en el patio, enfermería, celular, ingreso de presos, cocina, la UTE (unidad terapéutica educativa), o en cabina. Pero en las cárceles nuevas, todas son similares. Se divide en módulos, y cada uno de ellos tiene: un encargado, un funcionario en cabina y varios funcionarios vigilantes. La única diferencia, es el grado de peligrosidad del interno, llevándose la zona de aislamiento, la peor parte.
· Da la impresión de que te conoces todo el funcionamiento bastante bien. ¿Cuánto tiempo llevas ejerciendo como funcionario de prisiones?
En marzo empecé mi primer trienio, es decir, tres años, de momento. Comencé a trabajar como funcionario a los veinticinco años, y si todo va bien -que espero que así sea-, me quedan otros cuarenta años en este sector. Reconozco que meterme en prisiones no empezó como algo vocacional, sino más bien como una búsqueda de empleo estable, pero poco a poco, lo que era simplemente por estabilidad económica, se ha ido convirtiendo en mi trabajo ideal.
· Seguro que te pones el uniforme durante muchos años, ¡ya verás! Nos decías que comenzaste a los veinticinco años. Un funcionario muy joven. ¿Recuerdas tu primer día de trabajo?
Lo recuerdo, claro. Como olvidarlo. Me tocó patio general, y yo no sabía muy bien que había que hacer. No sabía cómo se hacía el recuento, ni la apertura de celdas; ni nada prácticamente. Tuve la suerte de que, una compañera que estaba en prácticas como yo -aunque era de la promoción anterior, por lo que tenía un año de experiencia ya-, me ayudaba y me acompañaba en mis tareas.
《Fue muy divertido (ríe recordando), porque al ser nuevo, nadie me conocía, sobre todo los internos; y en la apertura de celdas, salió un interno, de muchos que había en la galería, un tanto acelerado y pidiendo gomina a gritos al resto de internos. Éstos pasaban de él y se disponían a bajar a desayunar. Entre tanto salto de celda en celda, se topó de morros conmigo. El interno estaba tan acelerado buscando quien le diera gomina, que no se percató de mi uniforme y me asaltó diciendo: ¡Compadre! ¿Tienes gomina? Que se ve que tú te peinas. Fue tal mi asombro que no supe como reaccionar, por lo que lo traté como si estuviéramos en la calle, y le dije: ¡Sí! En mi casa. Él se quedó mirándome y respondió: Claro, claro. Lógico. En mi casa yo también. En ese momento, me mira de arriba abajo y se percata de mi uniforme. Se lleva las manos a la cabeza y dice hacia nadie en concreto: ¡Ay, que es un Don! ¡Ay, que es un Don! Mientras se movía de un lado a otro como una peonza, aún con las manos en la cabeza. Y acto seguido, se pone a hacerme reverencias, como si fuera el mismo rey de España. Yo no salía de mi asombro, no sabía ni dónde meterme de la vergüenza. Para colmo, mi compañera, ante toda esta situación, sólo hacía que reírse y reírse de lo cómico de la escena; por lo que me solté y con naturalidad me reí yo también de todo aquel espectáculo que estábamos dando》
Esa fue la primera anécdota de mi vida laboral como funcionario de prisiones. En los dos años siguientes que duraron mis prácticas, tuve muchas más. A cuál más irrisoria. Me lo pasé genial en mi destino de prácticas, dónde dejé grandes recuerdos y muy buenos compañeros. Aprendí mucho y también me reí mucho. Las cárceles nuevas, como en la que estoy ahora, son más impersonales que las antiguas, y no te dejan vivir experiencias como las que viví allí, en una cárcel de 1932.
· Estamos seguros de que te reíste un montón, porque ya sólo con oírte hablar nos haces reír a nosotros. Gracias por contarnos tu experiencia, P.F.M. Ahora vamos con algo más serio. ¿Crees que es un trabajo peligroso y que no todo el mundo vale para dedicarse a ello?
Está claro que no todo el mundo vale para trabajar dentro de una prisión; debes tener un poco de vocación y que te guste, en cierta medida. Lo bueno es que, en la administración penitenciaria, no sólo hay puestos de vigilancia de presos. Puedes elegir trabajar en una oficina dónde el contacto con los internos es mínimo o inexistente. Para gente que le da respeto entrar en una prisión y tratar con, digamos, ese tipo de gente; no tendría por qué hacerlo, y sería funcionario de prisiones, igual que cualquiera con los mismos estudios.
· Eso está bien. Tienes varios puestos a elegir según tus gustos. Eso no ocurre en todos los trabajos. Bueno, hablando de gustos, todavía no nos has dicho qué es lo que más y lo que menos te gusta de tu trabajo.
Lo que más me gusta, como dije antes, es el trato con el interno. Ir de un lado para otro dentro de la cárcel, y poder hablar con los compañeros en los ratos muertos. Y lo que menos me gusta, es el puesto de rastrillo, que es el funcionario que se encuentra en cabina, controlando las compuertas que dividen los módulos, o el paso de una galería a otra. Es un puesto muy solitario, monótono y tedioso. Al final, lo único que haces es darle al botón de abrir y al botón de cerrar cuando es necesario. Para mí, es el puesto a evitar. Aunque hay muchos compañeros que desean que les toque ese puesto para estar tranquilo y sin internos, y sólo controlar las cámaras.
· Es decir, que eres un chico de acción. Por aquí, nos encanta la gente así. Es diversión asegurada y, además, dice mucho de ti. Y, por curiosidad, ¿qué es lo que pasa en un día normal en prisión?
Bueno, pues voy a contaros lo que pasa en un día entero -entre semana-, de un funcionario de prisiones, desde que entramos a trabajar.
《 Al llegar, a las 8 de la mañana, toca recuento de presos. Consiste en subir a las celdas con una plantilla dónde viene la ubicación de cada interno, y corroborar que todo cuadre; para, así, dar el relevo al compañero que ha hecho la noche. Después, a las 8.15, se vuelve a subir y se procede a a apertura de celdas (si la cárcel es de las antiguas, esto se realiza, manualmente, con una llave; si es moderna, se encarga de abrirlas el funcionario de la cabina, mediante un botón). Sea manual o no, siempre debe haber un funcionario en celdas que revise, por ejemplo, que nadie se ha quedado dentro de alguna celda; y que todos bajan, antes de que el funcionario de cabina vuelva a cerrar todas las celdas. Todo funcionario lleva un “walkie”, por el que habla con los demás compañeros, en todo momento, para tener controlada la situación. Cuando todos los funcionarios están abajo, comienza el desayuno. Al terminar, cada interno puede realizar diversas tareas como: trabajos dentro del centro, pasear por su módulo, estudiar, talleres para aprender un trabajo técnico; como puede ser la carpintería... Añadiendo, el recibimiento de algunas visitas, por las mañanas, de: trabajadores sociales, educadores, psicólogos y bastantes ONG o entidades que se encargan de la realización de actividades o que se encargan de cubrir algunas necesidades de los internos. Lo fundamental en las prisiones es el trato de respeto como personas. Los internos también cuentan con un economato, en el que pueden comprar: café, tabaco, bebida y comida no perecedera; lo que es muy útil para ellos en su día a día. A las 13.30 es la comida, y a las 14.00, suben a celdas para proceder al cierre y posterior recuento y relevo del personal funcionario, los cuales irán a comer por turnos, en caso de que hagan turno doble. Más tarde, se repite el proceso: recuento, apertura de celdas a las 17.00, reparto de cenas, subida a las celdas, cierre y recuento de presos; para el posterior relevo de funcionarios que estaban en horario de tarde》
La prisión debe estar operativa las 24 horas del día, teniendo turnos rotatorios de: mañana, tardes y noches; repartidos en ocho turnos o guardias, con una cadencia de 3x5. Esto quiere decir que se trabajan tres días y se libran cinco. El horario más habitual es el de mañana-tarde, el primer día; mañana-tarde, el segundo; y turno de noche el tercer día; así, trabajamos: catorce horas el primer día, catorce el segundo, y diez el tercero. En total, 38 horas a la semana. Una vez completados los turnos rotatorios, disfrutamos de cinco días libres y al sexto se vuelve a repetir la cadencia 3x5. Trabajar tres días y descansar cinco.
· ¡Guau! Creo que nosotros nos imaginábamos las cosas de otra manera. Realmente es muy cansado trabajar catorce horas al día, pero si después tienes cinco días libres, al final, merece la pena. Dejando eso de lado. Hablabas del respeto hacia los internos, e imaginamos que no es igual que en las películas. ¿Cómo es la relación preso-carcelero?
No te voy a negar que acabas cansado, pero como tu bien has dicho, merece la pena. La relación preso- carcelero depende de la cárcel, del preso y del funcionario. Al final, la vida en una prisión es un símil a la vida en el exterior. La relación que se puede tener en la calle con unas personas o con otras, es muy parecida a la que se puede llegar a tener dentro, si bien, con la diferencia del rango interno-funcionario, que los penados deben respetar y tener siempre presente. Yo, personalmente, les trato siempre como a mí me gustaría que me tratasen. El respeto debe ser mutuo y fundamental.
· Nos hemos fijado mucho cuando decías que dependía también del preso. ¿Qué clase de delincuentes has llegado a tratar?
El mundo en prisión es muy variopinto, y me he encontrado internos que han realizado delitos que ni conocía. Una vez, ingreso uno que estaba ahí por abandono de familia, lo cual me hizo bastante gracia, porque me vino a la cabeza lo típico de: se va a por tabaco y no vuelve. A este le pillaron de camino al estanco, por lo visto (ríe). Otra cosa que me pareció curiosa de las personas y sus delitos, es que quien tiene peor apariencia es quien ha cometido el delito menos grave y quien tiene mejor apariencia está interno por asesinato. Por mucho que intentes averiguar por qué están ahí, muchas veces no aciertas. Cada caso y cada persona es un mundo. Me gusta, porque no es un trabajo monótono. Cada día ves y te enteras de cosas nuevas.
· Todos sabemos que muchos presos buscan cualquier cosa para fabricar un arma, realizar trapicheos, o para estar en contacto con el exterior de algún modo. Como hay mucha variedad de internos, nos imaginamos que en cuestión de objetos, te hayas encontrado de todo, ¿es así?
Sí, así es. Nos hemos encontrado desde mariguana, polen o hachís; hasta móviles diminutos, del tamaño de un dedo meñique… Ya os podéis imaginar por dónde lo meten.
· Siempre hemos tenido el pensamiento de que es bastante peligroso un trabajo así. ¿Cuál fue el día más difícil en tu trabajo? ¿Corrió peligro tu vida?
He de decir que me siento afortunado, ya que, de momento, no he tenido ningún percance grave. Hubo un día en el que yo tenía que trabajar, y un interno se suicidó en su celda. Yo me había pedido el día libre, así que no lo vi, pero me habría tocado a mí encontrármelo ahí tirado. Pero bueno, llevo poco tiempo. Me imagino que me toque presenciar cosas desagradables a lo largo de mi carrera.
· Seguramente. Sobre todo, si, como dices, te gusta el puesto de interior en el que tratas más con ellos. Antes nos hablabas de que en aislamiento se hacen las cosas de diferente manera. ¿Cómo es un día allí?
Sinceramente, no puedo decirlo, porque nunca he estado. Es un puesto voluntario, y la mayoría quieren ir allí. Debido al alto grado de peligrosidad, hay más seguridad, y también se cobra más, por lo que es un puesto muy solicitado. Para poder trabajar ahí, debes solicitarlo primero, y al estar tan demandado, no es posible acceder a él a no ser que se jubile algún compañero o se cambie de centro penitenciario.
· Y, por último, P.F.M, ¿tienes algún consejo para posibles futuros funcionarios de prisiones?
Que es una oposición dura con un temario largo y tedioso. Supone muchas horas de estudio y esfuerzo lograr alcanzar el puesto en el que me encuentro ahora, pero aún con todo ese esfuerzo que hay que hacer, con todos esos días malos, todos los bajones, decepciones y frustraciones; aún con todo eso, merece la pena. Cuando lo consigues, cada hora en la biblioteca y cada dolor de codos; se olvida para dar paso a la plena satisfacción de haber alcanzado tu objetivo. Por eso, animo a todo aquel o aquella que le guste esta profesión o le llame la atención, a que lo intente con todas sus fuerzas, y entonces verá que este trabajo engaña y sorprende a partes iguales; y que a pesar de lo que piensen los demás, es bastante bonito.
Muchas gracias, P.F.M, por tan maravillosa y esclarecedora entrevista. Desde aquí te mandamos un abrazo enorme y esperamos volver a verte pronto por nuestra revista/blog, para que nos cuentes novedades sobre tu extraordinario trabajo.
Y a vosotros, lectoras y lectores Bookies, esperamos que os haya gustado saber un poco más sobre este magnífico hombre que dedica su trabajo y esfuerzo a los demás, dentro de una prisión.
No os vayáis muy lejos pues, como siempre, tendremos nuevos post muy pronto.
Hasta entonces,
Feliz lectura.
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