CONCURSO LITERARTOBER 2023 (DÍA 10)

 

Un hombre lobo transformado en medio de la noche saliendo del castillo

10

 

Voy a por ti, vampiro

(Olfato)

 

          ¡Varux! –lo llamó Melian, gritando por todo el edificio. –¡Varux!

El licántropo que estaba acostado en su cama, pensando en lo preciosa que estaba Ángela ese día, se levantó de ésta deprisa justo cuando Melian abría la puerta de su habitación de golpe. Varux levantó una ceja. Por lo general, ella solía tener más respeto por su superior; aunque su actual líder fuera a la vez su ex novio.

          ¿Qué te ha hecho la puerta, dime?

          Déjate de tonterías– replicó ella, nerviosa–. Hemos encontrado un rastro.

Esa nueva información hizo que el hombre borrara su media sonrisa de la cara y se centrara en ella.

          ¿Qué rastro? –preguntó a pesar de que ya se imaginaba cuál sería por el modo de actuar de su ex compañera de cama.

          Vampiro. Y no está solo. –Con cuidado de no tocar una fibra sensible, le preguntó: – ¿Dónde está Ángela?

          Ha estado aquí hasta hace un rato. ¿Por qué?

          Creemos… Bueno, los chicos creen haber detectado su olor junto al del vampiro. Además del fuerte olor de su sangre. 

Al licántropo comenzó a latirle el corazón en el pecho tan rápido que creía que se le saldría por la boca en cualquier momento.

          ¿Cuándo ha sido eso? –inquirió apresurándose al vestirse, sin sentir vergüenza porque lo viera en calzoncillos. Entre los de su raza era habitual ese tipo de comportamientos tan primitivos. Los desnudos no tenían importancia. Al fin y al cabo, eran bestias, ¿no?

          Hará unos minutos. Hemos corrido para avisarte. Imaginábamos que querrías ir tú mismo.

          Bien hecho– la elogió.

Le acarició la cara con cariño, aunque no como a ella le gustaría. Desde que apareció aquella humana, Varux no había sido el mismo. Melian se había rendido con él hacía tiempo, pero los días que su ex compañero tenía algún gesto como ese, se preguntaba si no se estaría engañando porque las mariposas se le agolpaban de nuevo en el estómago.

          Vamos– ordenó–. Tenemos una presa que cazar esta noche.

Lo detectaría con su buen olfato y lo mataría si le había hecho daño a Ángela, juró el licántropo.


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