CONCURSO LITERARTOBER 2023 (DÍA 16)

 

Una chica en medio de un bosque con ramas negras atravesando su rostro por delante

16

 

Corre o Muere

(Alas)

 

 

Zott consiguió actuar a tiempo de que la garra de su mayor enemigo descendiera sobre el rostro de su amada, pero no consiguió salvarla de un profundo corte en el brazo izquierdo.

Ángela, aún asustada, puso la mano sobre la herida con un gesto de dolor.

El vampiro olió aquel aroma dulce, ahora tan familiar para él. Observó el brazo de ella. Sangraba bastante.

Y si no hacía algo enseguida, lo lamentaría toda la eternidad, pues el resto del clan ya estaba de camino hacia donde se encontraban ellos. Sus expresiones iban mudando de desconcierto a deseo, signo que indicaba claramente que les había llegado el olor de la sangre a sus desarrolladas fosas nasales.

Si Zott no fuera una criatura de la noche y aún tuviera corazón, ahora mismo estaría latiendo tan fuerte que se le saldría del pecho.

Él lograba aguantar el dulce y penetrante olor de la sangre de su compañera gracias a la unión y amor que sentía hacia ella. Los vampiros de su clan no tendrían reparos en atacarla si lo permitía la ocasión.

Pero él no podía hacerlo solo.

Giró la cabeza para mirar a Varux, su mortal enemigo, ahora más odiado que nunca; pero su única oportunidad de salvar a Ángela. Éste se encontraba en sock por lo sucedido. Su mirada ausente estaba fija en la chica. Si no conseguía que reaccionara, su otra mitad, su ángel de alas blancas, seguramente moriría a manos de los de su propia especie.

Hizo lo que llevaba tiempo deseando hacer, sólo que esta vez era por causas mayores. Levantó la mano y le dio un puñetazo en la cara.

Tras el golpe, Varux, que no lo esperaba, se tambaleó y lo miró, aún perdido entre vete tú a saber qué pensamientos.

Sin darle tiempo a reaccionar de forma agresiva, Zott ordenó:

          ¡Muévete, licántropo, si no quieres que la maten aquí mismo!

Entonces, Ángela miró hacia el castillo y vio lo que se avecinaba, sin importarle lo más mínimo.

          Te ayudaré –claudicó Varux, dirigiéndose a ella solamente–. Después no volveremos a vernos jamás.


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