Humor 24 de noviembre de 2024
¡Buenos y
estupendísimos días, Bookies!
¿Sabéis lo que
pasa cuando juntáis la lengua contra una pieza de hielo? Se os queda pegada,
¿verdad? ¿Quién no ha visto a un niño hacer eso y luego sufrir porque no puede
despegarla? Y, ¡qué risas! Cierto.
Bueno, pues lo
que os voy a contar hoy es algo similar a eso. ¿Cuál es la diferencia? Pues que
ya no soy una niña, obviamente. Aunque me siguen pasando cosas de esas, por
meter la lengua donde no me llaman.
Procedo a
contaros.
El caso es que me
compré un día un bote de leche condensada. Me pirro por el dulce desde muy
pequeña. Bien, pues, como el bote ya se estaba acabando, se me ocurrió quitar
la tapa y meter la lengua. Ya veis. Yo no desperdicio nada. Pero, para mi mala
suerte, se me quedó el piercing de la lengua enganchado dentro. Traté de sacar
la lengua, pero os podéis imaginar… Entre las risas, toda la baba cayendo y
demás, pues no podía. No sabía cómo se había enganchado ahí dentro el piercing
y por más que tiraba solo conseguía hacerme daño. Intenté sacarlo cogiendo la
lengua, pero ya ves toda resbaladiza a ver quién la pilla.
Tras unos
angustiosos momentos, hice un movimiento raro con la lengua y conseguí sacarla
de ahí. No sé ni cómo lo hice.
Lo único que sé
es que el siguiente día que se me ocurrió volver a meter la lengua dentro y el
piercing se me enganchó de nuevo, conseguí sacarla en menos tiempo. Ya le había
pillado el truco al asunto. Eso sí, como los humanos somos de costumbres y no aprendemos,
la próxima vez que me vuelva a pasar os contaré la nueva experiencia.
Oye, nadie puede
decirme que no sea una experta en mover la lengua, ¿eh?
¡Menuda práctica
estoy cogiendo!
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