Criaturas mitológicas: El Minotauro

 


¡Buenos y estupendísimos días, Bookies!

El minotauro es un monstruo de la mitología griega con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Su nombre significa: Toro de Minos.

Todos hemos oído hablar de los minotauros, pero muy pocos saben la leyenda sobre su creación y su historia.

He creado este relato corto para contárosla:

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EL MINOTAURO

 

AÑOS ATRÁS…


El viento revolvía los cabellos de la esposa de Minos, Pasífane, haciendo que estuviera aún más bella. Minos observaba cómo ella disfrutaba de la vida que tenían, ajena a todo lo que él sentía.

Tenían una gran casa frente al mar, en una de las mejores localizaciones de la isla de Creta, en la ciudad de Cnosos, pero eso no era suficiente ni de lejos para Minos. Él quería gobernar, ser rey; sentía que había nacido para ello.

Debido a eso ideó un magnífico plan y lo llevaría a cabo mañana mismo. Puesto que sabía que no sería del agrado de su padre, el poderoso y perfecto Zeus, acudiría en busca de otro Dios más fácil de convencer y más temperamental.

       Querido, ven a descansar un poco junto a mí– ordenó con voz dulce su esposa.

       Claro, querida. Ahora mismo.

Sentado junto a ella solo pensaba en lo feliz que le haría también a ella cuando le dijera que podría reinar junto a él.

A la mañana siguiente, Minos salió muy temprano de la casa, evitando hacer ruido para que Pasífane no se despertara y se encaminó hacia la orilla del mar y proclamó a los cuatro vientos:

       Poseidón, yo te llamo a mí.

Poseidón entonces, saliendo de las profundidades del mar atendió a su llamada.

       ¿Qué es lo que quiere el hijo de Zeus de mí?

       Un pequeño favor.

       Habla.

       Quiero convertirme en rey.

       ¿Estas seguro de lo que pides, muchacho?

       Sí. Totalmente.

       Sea, pues. Crearé un toro blanco que te ayudará a conseguir lo que deseas. Mas, ¿qué ganaré yo a cambio de semejante favor?

       Un sacrificio en tu nombre.

Todos sabían que un sacrificio en nombre de un Dios era algo mucho más poderoso que cualquier cosa que un mortal o semidios pudiera ofrecer.

       Así sea. Pero no un sacrificio cualquiera. Una vez conseguido lo que deseas sacrificarás al toro blanco en mi nombre. Ya no te servirá más en tus objetivos y quiero obtener el sacrificio de mi poderosa creación.

       Acepto.

       Cuidado, muchacho. El toro blanco será cautivador, a la vez que peligroso.

       Estoy preparado. Podré controlarlo.

Y así Poseidón realizó su portentosa creación: el toro blanco.

Los años pasaban y Minos iba cogiendo cada vez más cariño al toro. Una vez que consiguió su deseo de ser rey sabía que tenía que despedirse de él. Pero, puesto que habían pasado años, pensó que Poseidón ya no recordaría cómo era su creación y podría sacrificar otro toro cualquiera. Y así lo hizo.

       Ocultaré al toro blanco entre el rebaño y así Poseidón no se dará cuenta. Seleccionaré uno de los otros toros como sacrificio.  

Poseidón, atento a los actos de Minos, lo vio todo y lleno de una cólera infinita se propuso hundir la perfecta vida en la que vivía ahora el semidios como castigo por su desobediencia y por sus actos de rebeldía al intentar engañarlo.

Utilizó a Pasífane, haciéndola sentir deseo carnal por el toro blanco.

Minos cada vez veía cómo su esposa se alejaba más y más de él. Ya ni si quiéra lo buscaba en el lecho al anochecer. Algo estaba pasando. Pero cada vez que le preguntaba ella siempre respondía:

       Todo está bien, no te preocupes. Solo estoy algo cansada. Hay mucho que hacer. Tú gobierna como siempre quisiste y deja los demás pormenores a tu esposa. Yo me encargo.

Y Minos dejó de lado sus preocupaciones, pues confiaba plenamente en su esposa, que nunca le había fallado, y se dedicó a seguir gobernando. Era feliz siendo rey.

Pasífane, a escondidas de su marido, buscó la ayuda de Dédalo, arquitecto y artesano del reino, para que lo ayudase en su encuentro con el toro blanco.

       ¿Está segura de que este es su deseo, mi señora?

       Así es, arquitecto. Cumpla con el encargo y le llenaré de riquezas como nunca podrá tener en su vida.

Y Dédalo creó una estructura de madera con forma de vaca en la que Pasífane se introduciría para engañar al toro blanco y consumar la unión.

Meses después de dicha unión nació una criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Lo llamaron Minotauro, el toro de Minos, como castigo por no cumplir la palabra que le dio al Dios de los mares Poseidón.   

Minos, desesperado, gritó a los cuatro vientos su desgracia. Ahora cargaría con los errores de su pasado toda la vida.

 

18 AÑOS DESPUÉS

 

Teseo llega a la isla de Creta y se entera de un poderoso sacrificio en honor al Minotauro que se celebrará en apenas unos días. Se pregunta qué bestia será esa a la que se proponen adorar los aldeanos de la isla sacrificando siete mujeres y siete hombres.

       Este no es el primer sacrificio, señor– le explica una anciana al ver su cara de desconcierto por tales noticias–. Este ya es el tercero. Muchos han muerto para satisfacer las ansias de ese Minotauro.

Dejando de lado las historias del pueblo, Teseo se encamina hacia palacio. Allí conoce a la bella hija del rey, Ariadna, de quién queda prendado nada más verla. Y por su mirada, se diría que a ella también le cayó en gracia.

Salen juntos a pasear y Ariadna le cuenta la historia del Minotauro.

       Esto no puede continuar así– replica Teseo–. Hay que acabar con todo esto. Yo mismo me ofreceré voluntario como sacrificio para esa bestia y lucharé contra ella.

       Por favor, no lo hagáis. No sabéis lo poderosa que es esa bestia.

       Sea como fuere acabaré con ella. O ella conmigo.

       Si tan entregado estáis a vuestra misión, nada puedo decir o hacer para haceros cambiar de opinión. Contad con mi ayuda.

Y así, Ariadna le entregó un ovillo a Teseo, quién debía atarlo a la entrada del laberinto en el que la bestia estaba encerrada para poder salir de allí en caso de que lograra matar a la bestia.

Teseo dio las gracias a la princesa y se dirigió al laberinto junto a su espada para derrotar de una vez por todas a esa criatura que tantas vidas se había cobrado.

       Morirás atravesado con mi espada– prometió Teseo, pensando en la criatura que lo aguardaba.

Se adentra en el laberinto y encuentra a la bestia en medio de éste. Lucha contra ella con puños y con su espada. Al fin, tras horas luchando logra clavarle su espada en un punto vulnerable del cuello, matándola en el acto.

Gracias al ovillo que le entregó Ariadna logra salir del laberinto con vida, proclamándose vencedor y héroe del pueblo. Todos lo aclaman como su salvador.


Espero que os haya gustado el relato. Es una historia muy interesante. 

Nos vemos a la vuelta de la hoja.

Hasta entonces, ¡feliz lectura y escritura!

 

Fuente: Wikipedia, Google






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