Criaturas mitológicas: El Kraken
¡Buenas y
estupendísimas tardes, Bookie!
Estoy viendo, o
más bien dicho: volviendo a ver, la serie de los Bridgerton en Netflix.
Es una serie
inspirada en la época antigua en la que las mujeres debían casarse con hombres
apuestos, a poder ser, de economía atractiva también. Una época en la que el título
que ostentaban era lo más importante en la sociedad. Cuánto más alto el rango,
más pretendientes o pretendientas.
El problema era,
por supuesto, las madres de dichas pretendientas.
En la serie las
describen como desesperadas casamenteras. En mi opinión, se parecen más a las
criaturas mitológicas de las que vamos a hablar hoy.
Tienen las mismas
características: largos brazos con los que empujar cuando la ocasión lo requiere
para lanzarte al abismo, ojos grandes con los que observan cada detalle de lo
que pasa y una gran boca que no se cierra ni debajo del agua.
Porque si algo
les gustaba en esa época eran las habladurías. La señora Lady Whistledown sabe
mucho sobre ello.
Si has visto la
serie, sabes a qué me refiero. Si no la has visto, te recomiendo que la veas. No
tiene desperdicio.
Juzga por ti
mismo si las madres de esa época eran iguales a esta criatura.
EL KRAKEN
Era una enorme
criatura marina a la cual describían como a un pulpo gigante o medusa que atacaba
barcos y devoraba marineros, emergiendo con agresividad a la superficie.
El mito de dicho
animal puede haberse originado debido al avistamiento de calamares gigantes
reales de aproximadamente 33 a 45 metros de longitud, incluyendo los 8 brazos y
dos tentáculos.
El nombre de
Kraken suele asociarse a la especie de calamar gigante: Architeuthis dux, de la
que poco se sabe hoy en día, debido a la profundidad en la que habita.
Numerosos cuentos
antiguos describen al Kraken como un animal del tamaño de una isla flotante.
Se dice que no
sólo era peligrosa la criatura en sí, a la cual consideraban capaz de sumergir hasta
los barcos más grandes si lo atrapaba con sus brazos, sino también los
remolinos que creaba en sus apariciones al sumergirse de nuevo en las
profundidades del mar.
Ya sabéis, amigos:
nunca dejéis que una madre despechada os de la espalda. Podrían pasar dos
cosas: que os tienda una trampa con sus artimañas para que, finalmente, os
caséis con su hija; o creará un remolino al retirarse de tu presencia que podría
destruir hasta el hombre más respetable. Es decir, creará un revuelo con un
chisme, seguramente falso, a tu alrededor que hará que salgas corriendo del
mismísimo país.
Esas palabras
habría dicho yo misma a las personas que vivían en aquella época.
Las madres
despechadas son las peores. ¡Cuidado porque aún existen en la actualidad!
Si reconoces
alguna, te doy un consejo: ¡huye mientras puedas!
Nos vemos a la
vuelta de la hoja.
Hasta entonces, ¡feliz
lectura y escritura!
Fuente: Wikipedia
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