LITERATURA INMERSIVA de Halloween
EL LABERINTO
(Literatura
inmersiva)
Kira, Jay y Ruby
son tres amigos inseparables. Siempre lo hacen todo juntos, incluso ir a la
misma clase.
Un día, los
padres de los tres amigos, deciden llevarlos a la feria.
— Mirad, chicos— grita Kira a sus amigos muy
emocionada—. Un laberinto oscuro.
— Es una atracción para mayores, Kira—
explica Ruby, la más calmada del grupo.
— Sí, pero habéis visto como mola—señala Jay
a las dos chicas—. Hasta tiene figuras de miedo.
— No importa—opina Ruby, la sabia—. Nuestros
padres jamás nos dejarán entrar ahí.
— No tienen por qué enterarse…—dice la
rebelde de Kira.
Minutos después,
tras haber pedido a sus padres el dinero que necesitan para entrar al Laberinto,
compran la entrada y esperan la cola.
(QUE LOS
NIÑOS PIDAN DINERO A SUS PAPAS PARA EL CENTRO)
—¿Creéis que se han
tragado eso de que íbamos a saltar al hinchable? — pregunta Jay. Sabe que si
sus padres se enteran de aquello le caerá una buena.
—Seguro que sí—dice
Kira—. Si no, no nos habrían dado el dinero, so bobo.
A los pocos
minutos, el hombre de la puerta les coge la entrada y les pregunta:
—¿No sois demasiado
pequeños para entrar aquí?
(QUE RESPONDAN
ELLOS)
Actuando rápido,
Kira interviene:
—No, que va.
Nuestros padres nos han dejado. —Y señalando a un grupo de papás que hay allí prosigue:
—Ve, son aquellos de allí.
El hombre suspira,
pero los deja pasar, cerrando la puerta tras de sí.
Los tres amigos
se quedan en la más completa oscuridad. No se ve nada.
(SE APAGA
LA LUZ. Solo una luz pequeña para ver un poco)
La espera se hace
larga, y entonces los tres amigos empiezan a pensar si su decisión fue la
correcta.
— Esto no me gusta— gime Jay, arrepentido—.
Es demasiado.
— Ya te digo— afirma Ruby—. ¿Qué os parece
si tocamos a la puerta y salimos ya?
Antes de que
puedan alcanzar la puerta, un golpe fuerte sacude lo que parece la pared de
enfrente.
(DAR UN
GOLPE FUERTE A LA MESA)
Los tres amigos
gritan a todo pulmón. ¡Menudo susto!
Una luz se acerca
a lo lejos, permitiendo a los tres amigos volver a ver.
(SE
ENCIENDE LA LUZ)
— ¿Quién osa interrumpir mi descanso? —pregunta una voz rasposa y vieja.
— So…somos nosotros— logra articular Kira.
Ya no se siente tan valiente.
— Bien, bien. Puesto que no me dejáis
descansar os voy a enseñar el lugar mientras os cuento una historia— y refunfuñando por lo bajo sigue diciendo:
—Dichosos niños estos…
Y
la mujer vieja comienza:
— Cuenta la leyenda que existían numerosas
criaturas allá en la tierra de la que provengo. Hermosas doncellas que cantaban
cuidando tesoros en las cuevas, llamadas Ayalgas, que cantaban canciones
tristes, pues estaban presas por un ser monstruoso conocido como la Cuelebre, que
comía humanos y a quien solo se le podía vencer en la noche de San Juan
clavándole una espada en la garganta. Tenéis que ayudarme a encontrar una
espada por si aparece la Cuelebre.
(TODOS
BUSCAN LA ESPADA)
(APARECE LA
SERPIENTE Y ALGUIEN LA PERSIGUE PARA ACABAR CON ELLA. Le dan la espada
encontrada y desaparecen de la escena sin saber qué ha pasado)
— Pero esa leyenda es muy antigua—interviene
Jay.
— Calla, no interrumpas— se queja Kira, de
nuevo interesada.
— La leyenda dice que también existían
criaturas buenas, como La Xana, quién proporcionaba riquezas a cambio de
favores; o el Ventolín, que eran criaturas pequeñas que dormían a los niños y
velaban sus sueños.
(QUE SE
HAGAN LOS DORMIDOS)
— Y también criaturas no tan buenas, como la
Guestia; un grupo de almas en pena que se pasea por las calles y a quien pocas
personas pueden ver. Para poder estar a salvo y que no te lleven debes estar dentro
de un círculo protector.
(TODOS
CORRIENDO A METERSE DENTRO DEL CÍRCULO)
— Estas criaturas mitológicas son muy
peligrosas. Debéis tener cuidado con ellas. Y para eso necesito saber si estáis
en buena forma. ¿Hacéis ejercicio?
(CONTESTAN
TODOS)
—
Bien,
bien. Ahora solo unas cuantas pruebas más. Quiero que saltéis a la pata coja. (LO HACEN) Ahora, estirad
los brazos todo lo que podáis y tocáis la nariz del compañero de al lado.
(LO HACEN) Y, por último, necesito saber si os voy a oír en una
situación de emergencia. Quiero un grito bien fuerte a la cuenta de tres. (LO
HACEN)
La mujer se queda
callada de repente y exclama asustada al ver a su espadachín en el suelo:
— ¡La cuélebre ha acabado con mi espadachín!
¡La cuélebre anda suelta! ¡Tenéis que ayudarme a encontrarla o nadie estará a
salvo! —Pero la mujer sigue
diciendo: —Debemos tener cuidado también por si aparece la Guestia. Ya sé,
formad una fila detrás de mí. La buscaremos todos juntos.
(TODOS SE AGARRAN
AL HOMBRE VIEJO EN FILA)
Andan por la sala,
recogen la espada del espadachín caído, y van en busca de la Cuelebre.
— Avisadme si la veis— pide la mujer vieja.
— Mirad, allí— avisa alguien.
La Cuelebre se
retuerce hasta llegar a ellos.
La mujer dice a
sus compañeros:
— No os soltéis y haced lo mismo que yo.
(EL HOMBRE
SE INCLINA HACIA UN LADO, SE INCLINA HACIA EL OTRO, SE AGACHA Y FINALMENTE
CLAVA LA ESPADA EN LA GARGANTA DE LA BESTIA)
— Lo hemos conseguido— dice la mujer.
Pero entonces se
oye un ruido en la otra sala y la mujer exclama:
— ¡Cuidado, es la Guestia! ¡Corred al círculo!
(TODOS
CORREN AL CÍRCULO)
— Bien. Nos hemos salvado por los pelos—
dice la mujer—. Bueno, ahora sí que puedo presentarme. Me llaman La Xana. Encantada.
Y suelo recompensar a todos aquellos que me ayudan.
(DAR UN PREMIO
O UN DETALLE. Caramelos, galletas…)
— Espero que os haya gustado esta aventura y
vengáis conmigo el próximo año.
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