Escritor: Minervino Ochoa
¡Buenos y
extraordinarios días, Bookies!
Aquí volvemos con
otra de nuestras entrevistas súper guays y molonas. No olvidéis que podéis
ayudar compartiendo y comentando las entrevistas para que podamos llegar
a muchísima más gente.
El escritor que
ha sido invitado hoy se llama: Minervino Ochoa y está deseando hablarnos
sobre sus experiencias personales literarias. Encontraréis que es algo más
extensa que el resto, pero he encontrado interesante y auténtica cada una de
sus palabras y de sus historias. ¡Disfrutad!
Nombre
completo: Minervino Ochoa
Fecha de
nacimiento: 1957
Lugar de nacimiento: Cuba
–
Buenos
días, Minervino. ¿Cómo te encuentras hoy?
Estoy
concentrado en la investigación para mi próxima novela. Mis amigos y seguidores
me solicitan una novela histórica y he decidido escribir sobre la rebelión de
los indios de Alcalá, en Cuba, en 1537. Había allí una encomienda mercedada a
Lope Hurtado, tesorero real que parece fue un tanto despiadado en el trato a
los indígenas, tanto en esta encomienda como en otras que poseyó en Santiago de
Cuba. En fin, que reviviré un poco la polémica entre Las Casas y Ginés de
Sepúlveda en el siglo XVI y me veré obligado a revisar las teorías de las
llamadas "leyenda rosa" y "leyenda negra" de la conquista.
Estoy pensando en cómo construir los personajes. A eso me he dedicado durante
todo el día. Como ves lo he pasado muy entretenido.
–
Muy
entretenido te veo y mucho trabajo te queda por delante. Ya nos irás contando
cuando sale tu próxima novela. De momento, cuéntanos un poco más sobre ti.
He nacido
justo en la intercepción de un camino vecinal— conocido en Cuba como
guardarraya—, con las vías de un ferrocarril cañero, en un medio rural del
oriente cubano. Cuatro años después nos mudamos a la ciudad de Holguín, hoy
capital de la provincia homónima y donde quizás descansen mis huesos hasta que
el Sol se engulla en la Tierra.
–
Muy interesante. Pero nunca sabemos lo que nos depara
el destino. ¿Cuáles han sido tus proyectos pasados, presentes y futuros?
Suman
diecisiete los manuscritos salidos de lo recóndito de mis sesos, aunque solo
catorce han visto la luz editorial. Cuando crecí, estudié Historia en la
Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba. De ahí que los catorce títulos
cumplan los requerimientos que impone la musa Clío. Los tres inéditos están
conformados por una novela y dos libros de historia más. Como profesional de la
investigación histórica he escrito diversas ponencias para distintos eventos; algo
habitual en quienes somos calificados por “polillas” en la jerga popular, por
nuestra asiduidad con los papeles viejos, tan semejante a la “costumbre” de
esos pequeños insectos.
–
Un montón de escritos. ¡Madre mía! ¿De dónde sacas el
tiempo? Bueno, eso para otra entrevista. Sabiendo todo lo que escribiste se nos
ocurre una duda existencial: ¿qué te decidió por escribir?
Bueno,
a escribir me vi obligado el primer día que fui a la escuela, aunque en esa
fecha solo rasguñé unos garabatos que no yo sabía su significado. A lo largo de
mi tránsito por ese inacabable camino del aprendizaje tuve que poner de
manifiesto esa “oculta virtud que me adornaba”. Sabes cuán dedicados son los
educadores en eso de enseñar a escribir y, por ello, obligan al educando a
redactar “cosas sin distinción de género literario” a lo largo de los años de
enseñanza. Paralelamente, la escuela incita, pone concursos y otras convocatorias
para que los más entusiastas, o quizás los menos temerosos al ridículo,
hilvanen palabras en un papel y las sometan a la consideración de terceros.
Así, un día mandé algo que yo le llamé “cuento” a un programa radial infantil y
dos veces más me atreví a reunir unas pocas cuartillas y enviarlas a unos
concursos. ¿Has oído mencionar mi nombre entre los ganadores? Eso mismo me
ocurre a mí.
–
Ja, ja, ja. Bueno, eso suele pasar. En mi caso si que
gané un concurso de la escuela con una carta dedicada a mi padre, el cuál
estaba siempre ausente trabajando o jugando al ordenador. Gané y no me lo podía
creer. Aunque recuerdo que no se presentaron muchas cartas al concurso. Quizá fue
por eso. En todo caso, fue el inicio de sentir que realmente valía para algo
más que para leer. ¿Qué te inspira para escribir?
La
profesión obliga, pero antes de llegar a ella se estrellaron contra el suelo
muchos granizos. La primera culpable fue mi madre por “asustarnos” a mi hermano
y a mí con las diabólicas acciones del lobo de La Caperucita roja, o los
perversos procederes de las brujas de Blancanieves y los siete enanitos, o la
de Hansel y Gretel; que contenía ese inolvidable tomo llamado Había una vez que
ella nos leía antes de irnos a la cama. De verdad, nunca se lo dije, pero
dormía sobresaltado. Aun sin haberme leído ni un libro de historia, escuché en
la radio adaptaciones de: Veinte-mil leguas de viaje submarino, Noup, La
carretera de Volokolamsk, Farenheid 451, y no recuerdo cuántos más. Al unísono,
cuando supe pronunciar y comprender las retahílas de palabras, desfilaron
frente a mis ojos las páginas de: Los Tres mosqueteros, Moby Dick, El Corsario
negro, Un capitán de quince años, Viaje al centro de la Tierra, Cinco semanas
en globo… y tantos otros títulos que no pocas veces encontraban una versión
radial en la Cuba de los años 60. En aquellos momentos estaban en las librerías
los clásicos de todo el mundo a cambio de muy pocos centavos. Según crecí tuve
acceso a una llamada Colección Dragón que reinaba en las bibliotecas escolares
con títulos como: Los Espejuelos oscuros, Epitafio para un espía, El Cerebro de
Dónovan, Arsenio Lupin contra Sherlock Holmes, Los Mercaderes del espacio, El
Sol desnudo, y la muy gustada por mí: La Nebulosa de Andrómeda. Ah, no puedo
dejar pasar que en mi adolescencia y primera juventud leí: Siete años en el
Tibet, Tesoros de Nubia, Serengueti no debe morir, Tras los renos del Canadá,
Veinticincomil años de locomoción, las Enciclopeidas Salvat, y todo cuanto
tuviera letras impresas, incluidas las “novelas condensadas” de las Selecciones
del Reader's Digest.
Dicho
en pocas palabras, a escribir me incitó leer; los maltrechos párrafos que
sometí a los concursos que antes mencioné surgieron porque fui un chiquillo tan
soberbio que “me creí capaz de escribir algo parecido a lo que leía”.
Te contaré
una anécdota: cuando tenía unos 14 años quedé impresionado con La Nebulosa de
Andrómeda y quise escribir una novela de ciencia ficción. Busqué diez libretas
escolares y manos a la obra, cada libreta era un capítulo. Pero nunca pude
escribir el décimo, a mi cabeza no llegaba el final. Así, esa “magistral” obra
mía quedó en la casa, para el disfrute de unas colegas que ya te mencioné: las
polillas. Otro tanto ocurrió unos seis o siete años después, cuando quise
escribir una novela de contraespionaje. Como lo hacía según las ideas llegaran
a mi cabeza, nunca pasé del primer capítulo y otra vez recibí el agradecimiento
de las polillas por mi contribución a su dieta.
Cuando
ya me había internado en ese periodo de la vida donde los “ta” se acumulan,
quise hacer un doctorado en ciencias históricas, mi tutor me sorprendió un día
reprendiéndome porque entraba a los acápites de la tesis sin abrir ninguna
expectativa para el lector. Me dijo que analizara la obra de los grandes
historiadores del mundo para que viera cómo usaban los recursos de la ficción
en ellas en búsqueda de amenidad para quienes iban dirigidas. ¡Qué pena! Me
creía muy informado al respecto y al buscar en Internet, mi mayor y socorrida
biblioteca, quedé enano. ¡Cuánto hay que aprender todavía para escribir
historia sin convertirla en novela!
–
Me hace gracia lo de: dar de comer a las polillas, y que
ellas sean las receptoras de tus palabras. En mi caso, solo las recibía la papelera
de mi casa o la papelera del mismo internet. Debe estar llena de palabras sin
sentido la pobre. ¿Qué momento del día prefieres para escribir tus extensas e
interesantes historias?
La
mañana siempre es muy fresca, uno sale del sueño con el cerebro reparado,
siempre que no haya soñado con lo que está escribiendo. Pero si te retrasas en
tus planes o le tomas el gusto a lo que estás haciendo, uno se convierte en un
poseso que no repara en el paso del tiempo. La escritura cautiva.
–
Muy cierto. En varias ocasiones se me ha escapado
incluso comer por estar inmersa en la escritura o la lectura. En muchas más de
las que recuerdo, eso seguro. Pero al final esos momentos son los de verdadera
creatividad y salen palabras fantásticas. ¿Te consideras más escritor de
brújula o de mapa?
Por
formación profesional aprendí a hacer una “guía de redacción”. A decir verdad,
no fui muy meticuloso con ese aspecto. Digamos que la guía la tenía en la
mente, pero alguna que otra cosa buscó espacio entre los aspectos ya
planificados. Cuando intenté escribir la tercera novela, tras el fracaso en las
otras dos, me convencí de que debía planificar. Además, los materiales leídos
en Internet, sin obligarme, me sugerían la inclusión entre los llamados de
“mapa” y no tuve reparos en planificar lo que iba a escribir. Escogí una
estructura de trama que la BBC de Londres proponía para guiones fílmicos, la
adapté a la novela y por ahí empecé.
Para
serte franco, un mes después me di cuenta que el capítulo uno crecía y crecía y
casi no dejaba espacio a los otros. Entonces fui a la escena del final y la
escribí, detrás vino la del clímax y le siguieron aquellas donde el conflicto
se agudiza —incluida
el “todo está perdido”—, luego escribí el hecho detonante y, tras ello, comencé
a escribir secuencias de escenas de los personajes principales entre uno de
estos “puntos de giro” y el siguiente. Al revisar, no sé cuántas cosas cambié
de lugar ni cuántas reescribí. De la trama “original” solo quedaba la
inspiración.
–
Bueno, debemos adaptarnos a lo que vamos escribiendo a
medida que lo vamos haciendo. A mí me encantan los tramos donde simplemente te
dejas llevar y no sabes para donde va a tirar el personaje. Suelen ser los que
más realidad llevan encima. ¿Cómo fueron tus inicios y tus primeras publicaciones?
Te
hablé de intentos en la niñez, adolescencia y primera juventud, mas, ninguno
dio nada. Un día hubo amigos de mi país que me pidieron que escribiera sobre
asuntos de nuestra vida que les interesaban; lo hice, pero tampoco vieron mi
esfuerzo a las puertas de una editorial. Si tuviera que señalar el inicio de mi
labor profesional en la escritura señalaría octubre de 1986. Ahí cambié de
trabajo —como he hecho tantas veces en mi vida—, encontré un equipo de colegas
que investigaban la lucha guerrillera en la región llana de la antigua
provincia de Oriente y me invitaron a participar. Fue una zambullida de esas
que el alma agradece, ¡cuánta diversión encontramos en nuestras búsquedas
informativas!
Ya en
diciembre de ese año teníamos escrita la décima parte de lo que tenía figura de
libro. Apretamos el paso y el 18 de enero de 1987 recibimos el Premio de la
ciudad en testimonio por un montón de páginas llamado: La Columna 32 en combate.
Con ese equipo vinieron otros títulos hasta que un día decidí probar suerte a
solas: hice un ensayo donde se mezclaban ideas mías con otras que la buena
voluntad de ese equipo me permitió utilizar pues habían madurado de conjunto.
Suerte que he tenido de veme rodeado de personas desprendidas. ¿Sabes por qué
su desprendimiento? Porque el talento de ellos no necesita regatear migajas a
nadie, son capaces de auto-superarse cada vez que entregan un título y aclaro:
el listado de sus obras es largo, solo la surtidora de los camposantos ha
impedido que dos de ellos puedan enriquecer sus escritos. ¡Descanso eterno,
respeto y admiración para mis colegas!
–
¡Ole tú! ¿Utilizas o has utilizado alguna vez un
seudónimo?
No uso
pseudónimo. Creo que mi nombre y apellidos son poco comunes, los lectores me
recuerdan sin necesidad de ellos. Aunque para serte franco, como es tan
complicado lo trastocan constantemente y no pocas veces pronuncian algo
parecido a una injuria.
–
Muy bien. Dinos, ¿qué género sueles escribir?
En
Historia he cultivado: el testimonio, la compilación, la monografía y el
ensayo. Han sido los géneros que me han parecido más convenientes para los
temas tratados. Mi último libro es una mezcla de testimonio con biografía, pero
he preferido llamarle “historia de vida”; que es una forma de escribir
historia, pues el protagonista es un pretexto para entrar en ambientes de vida
cotidiana donde se revelan actitudes y valores humanos que emulan con el más
genuino de los heroísmos. Mi todavía inédita novela la he clasificado como novela
contemporánea con inquietudes sociales, algo que no abunda, pero todavía no
tengo opiniones en contra.
–
¿Qué estrategia usas para promocionar tus obras y escritos?
En
Cuba es tradición que la promoción quede a cargo de la editorial. Digamos que
ha sido digna, aunque tiene aristas para mejorarse. En mi último libro: El Reto
a la vida de Rigoberto Segreo, me convencí de que el primero en promocionar su
obra debe ser el autor. Con la ayuda de mi hijo logré dos entrevistas en la
radio y la televisión; la prensa escrita desestimó mi propuesta. En redes
sociales he puesto todo cuanto se me ha ocurrido y no pocos espacios de
divulgación y debate han aceptado incluir la presentación del libro con mi
presencia. Entre las acciones que conozco de la editorial, además del catálogo,
me llevó a la Feria Internacional del Libro de 2023 en La Habana. También
planificó el lanzamiento y otras presentaciones, entre ellas, en La Feria del
Libro en Holguín. Un editor me dijo que fue el tercer título más vendido en esta
Feria. A mí todavía me cuesta trabajo creérmelo.
–
Pero eso es una gran noticia. Quiere decir que llamó
la atención de la gente. ¡Sigue así! ¿Prefieres auto-publicar o publicar con
editorial?
En
Cuba todas las editoriales son tradicionales. Fuera de Cuba he probado con dos
que podría llamar de coedición, pero la promoción la dejan al autor y desde
acá, sin conocimiento de aquellos ambientes —donde hay saturación en la oferta
de títulos—, es difícil y muy caro hacer algo, salvo en las redes sociales.
Tengo el blog: Pensamiento Iberoamericano, donde he tratado de llenar ese
vacío. No obstante, me faltan habilidades y conocimientos sobre mi nicho de
lectores para lograr éxitos en ese aspecto.
–
Pues ya sabes, a ponerse las pilas. Si no luchas por
ello, nadie lo hará por ti. ¿Realizas el proceso de corrección y demás tú solo
o lo mandas con un profesional?
Por suerte, en lo que respecta a lo que escribo de
historia, tengo buenos amigos que aceptan ser lectores Beta y hasta revisarme
el manuscrito sobre aspectos como la sintaxis, ortografía y semántica. Sobre
mis tímidas incursiones en el mundo de la ficción las cosas son diferentes. En
aspectos como la estructura de trama, tensión narrativa, estructura interna de
las escenas, construcción de los personajes, ritmo, estilo y otros; no abundan
los dispuestos a colaborar. Los asesores literarios son muy caros para mí.
–
Sí, la verdad que la cosa está subida de precio para
eso y encontrar colaboradores es difícil, aunque no imposible. ¿Alguna manía
como escritor?
La
peor de todas, he leído que es común a muchos escritores: el afán de
perfeccionar todo hace interminable la revisión. Según algunas opiniones, una
novela está cuando llegas a tomarle odio. Te confieso, con la mía ya no sé qué
sentimiento hay, más allá del odio, para tributárselo.
–
Es muy complicado porque a medida que vamos aprendiendo
cosas nuevas queremos incorporarlas a la novela. Pero eso pasa con todo. Una obra
artística nunca estará terminada. Sea del estilo que sea: un cuadro, un bordado…
Siempre habrá algo que le falte a nuestros ojos. ¿Qué personaje serías?
En la
historia encuentro personajes reales. Salvo Rigoberto Segreo, a quien admiré y
estimé en vida, no encuentro otro que pudiera encarnar en mí. Claro, eso no
significa que pretenda imitarlo. En los personajes de ficción, ajenos o
propios, tengo la presunción de que todavía no hay ninguno que merezca tomarlo
de modelo. No por imperfecto, pues creo, cada día más, que el héroe es menos
loable en su totalidad. Sino, porque me tomo como soy y lo que he de mejorar para
seguir siendo yo, no una personalidad ficticia. Quizás en esto influya que me
falta mucho en la construcción de personajes como para hacerlos prototípicos.
–
No te falta razón, pero quizá te falta perspectiva y
ponerte en el lugar del personaje. ¿E-Book o papel?
Si
entras a mi blog: pensamientoiberoamericano.blogspot.com, verás que he escrito
al respecto. Hay quienes se confunden con lo que digo y creen que estoy contra
el E-Book. En realidad, estoy en contra del escaso alcance social que está ha
ganado en Cuba por motivos de falta de promoción. Además, las editoriales de
aquí no explotan en profundidad la posibilidad de sacar los títulos en ambos
formatos y hacen una elección drástica. Es algo donde las concepciones que
surgen encuentran mucho espacio por lo económico del E-Book. Por la situación
económica, este formato viene como caído del cielo y despierta el entusiasmo
entre editoriales y funcionarios afines. A veces cuesta trabajo hacerse
comprender porque quienes dedican sus esfuerzos a extender el E-Book parecen
sentirse cuestionados en su accionar si uno no les dedica un elogio. El día que
vea su esfuerzo dedicado a la promoción del E-Book, a que el público cubano
conozca, por solo poner un ejemplo, las URL de las librerías en línea cubanas,
lo ganarán de mi parte. En lo que al mundo respecta, sé que el E-Book avanzará
de manera pujante y que eso no significará la desaparición del libro impreso. A
la larga se complementarán. Tendrán una simbiosis similar a la que ha
experimentado el teatro cuando le fue pronosticada la muerte debido al
surgimiento del cine y la televisión y luego resulta que los tres sobreviven
con intercambios de guiones, de actores, directores, etcétera...
–
Totalmente de acuerdo contigo. Y creo que es lo mejor.
Es una manera de tener el pasado y le futuro en nuestras vidas. Cine y teatro;
E-Book y papel. ¿Escritores favoritos?
José
Martí, Alejo Carpentier y Rigoberto Segreo.
–
Y, ¿libros favoritos?
El
artículo Jhonstown del primero, La novela El Arpa y la sombra, del segundo; y
del tercero, el ensayo Iglesia y nación en Cuba 1868 – 1898.
–
Ni idea de nada de eso. Supongo que me pilla un poco
lejos de la actualidad. ¿Cuánto tiempo dedicas a escribir, a leer y a
documentarte?
Normalmente,
entre seis y diez horas diarias cuando estoy de lleno en un proyecto de libro.
Ese tiempo incluye buena parte del tiempo de lectura, yo la considero una
acción más de la escritura, a semejanza de la estructuración de la trama, la
confección de la escaleta o la caracterización de los personajes. Los libros de
historia tienen detrás años de documentación, por lo regular, esta etapa dura
más que la redacción misma. El Reto a la vida de Rigoberto Segreo comenzó en
junio de 2012 y el primer manuscrito estuvo en marzo de 2017. Pero debes
incluir que se realizaron algo más de cincuenta entrevistas que por lo regular
duraban una o dos horas. Después venía la transcripción. Eso hay autores que lo
pagan, yo lo hice en persona. Después le sigue el fichaje y, finalmente, la
redacción. Aun así, todavía falta la revisión.
La
novela: Un hogar para Rocío, transitó por una ruta similar. Decidí escribirla a
inicios de 2010 y comencé a estructurar la trama. Estuve unos dos años buscando
información en Internet. En un año de reposo del libro que hablé arriba,
realicé la redacción y finalicé el primer manuscrito en octubre de 2017. Tengo
la costumbre de abrir más de un libro a la vez. Así, cuando me trabo en uno me
corro para otro y no pierdo tiempo. Es cierto que de esa manera los libros
pueden demorar más, pero también se terminan más de uno con poca diferencia de
tiempo entre ellos.
–
Muy bien. Cuéntanos un poquito más sobre tu obra: Un
hogar para Rocío.
Trata de una niña que nace en prisión y se ve
afectada por el ambiente de violencia de aquel lugar. Para sacarla de allí se
han de vencer las represalias de la población carcelaria contra el padre y la
madre, una crisis de identidad de su media hermana que la rechaza y la
tentativa de adoptarla por parte de un matrimonio extranjero vinculado al
tráfico de órganos.
En el mundo son miles los niños que deben pasar,
junto a su madre presa, al menos la etapa de lactancia. Ningún país ha logrado
una solución aceptable. De ahí que la novela no pretende una crítica, sino un
llamado a resolverlo por todos. Nadie está ileso en esta situación, porque,
repito, en todos los países del mundo hay niños en esa situación. De nada vale
criticarse unos a otros.
– Pues sí. Ojalá cumpla con su objetivo. ¿Qué tiene
que tener tu libro ideal para que te decidas a leerlo?
Le doy
mucha importancia a la tensión narrativa: el uso del misterio, el secreto y el
suspense creo que son fundamentales para lograr la atención del lector; luego
viene la estructura de trama y la de cada escena. Paralelamente, la
construcción de los personajes. Esto lo digo desde la experiencia de apenas una
novela casi terminada. Cuando madure más, si la vida me lo permite, puede que
piense diferente.
–
Muy bien dicho. Así se habla. Pienso como tú. Lo que
más engancha al lector, por decirlo de alguna manera, es el suspense y el
misterio. Y sorprender al lector con algún hecho que no supiera que iba a
pasar. Es lo más importante para lograr dejar huella en el lector y separar
nuestra novela del resto de novelas con el mismo género. Para terminar, ¿algún
consejo para tus compañeros escritores?
Soy
apenas un principiante para dar consejos, si los diera sería para aplicarlos yo
mismo. No obstante, hay cosas que me van convenciendo:
a. Escribir
el clímax primero. Es la escena más importante de la novela, la de mayor
tensión narrativa y donde se resuelve el conflicto. Conviene tener más tiempo
para revisarla y perfeccionarla.
b. La
estructura de trama debe contemplar las partes donde se va a utilizar uno u
otro recurso que provoca la tensión narrativa y también debe hacerse desde el
inicio para que el tiempo permita la revisión y enriquecimiento.
c. Algún
personaje carismático debe sacrificarse. No es necesario que muera, pero algo
adverso debe evitar que cumpla sus objetivos. Si muere, posiblemente, la novela
gane más. El sentimiento es mayor y más intenso cuando se mezcla, junto al
dolor, la alegría del triunfo del protagonista.
En los
libros de historia creo que es fundamental la comprensión del sistema de
contradicciones que enfrenta a los actores históricos; de ahí sacar el
conflicto guía y sus puntos de giro. Si se compara con la estructura de trama
de la ficción se verá que el libro puede seguir esas pautas y llegará a ser más
interesante.
Muy
buenos consejos, sí señor. Muchas gracias por tu aportación y por contarnos un
poco más sobre tu vida como escritor. Estaremos pendientes de tus
publicaciones.
Aquí
os dejo los enlaces a sus redes sociales para que podáis seguir su
camino por el mundo de la escritura:
Blog Pensamiento Iberoamericano
Hasta aquí la
entrevista de hoy. Espero que os haya sido de interés y hayáis aprendido tantas
cosas como yo.
No os vayáis muy
lejos porque…
En breve volveré
con mucho más.
Hasta entonces, ¡feliz
lectura y escritura!
© 2024 Siree Kemerler. Todos los derechos reservados.
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